Bloom. Florecer sin prisas..
Porque florecer no siempre huele a primavera, a veces huele a tierra removida.
Florecer suena bonito, pero pocas veces lo es.
Nadie te cuenta que antes de florecer, tienes que desenterrar.
Remover lo que duele, dejar ir lo que ya no encaja, soltar incluso partes de ti que creías eternas.
Florecer no es una foto en calma,
es un proceso en el que a veces lloras, te rompes y vuelves a empezar.
Es reconocer que crecer también cansa,
y que la transformación real nunca es lineal ni cómoda.
Durante mucho tiempo quise florecer rápido.
Saltarme el invierno, evitar el silencio, disimular las raíces.
Hasta que entendí que la prisa también marchita.
Florecer sin prisas es confiar en tu ritmo,
en que tu vida también sabe el cuándo,
aunque tu mente no lo entienda todavía.
Hoy “bloom” para mí no es una palabra,
es una manera de vivir.
Significa seguir creciendo aunque no se note,
seguir confiando aunque duela,
seguir floreciendo incluso cuando aún no hay flores.
Si estás en ese momento donde sientes que algo se mueve dentro, pero aún no sabes hacia dónde… respira.
Quizás no te estás rompiendo. Quizás solo estás floreciendo.
Florece a tu ritmo.
